Tocarle el culo a dios.


El tiempo es la unidad más caprichosa de medida.
Pero, a su vez, es la más completa.
Es una condición.
Es lo más cercano a un dios.
Nadie escapa del tiempo, nadie puede manipularlo y si bien no razona, siempre lo sabe todo.

Más de una vez me senté a maldecir sobre el tiempo, enojado porque sus agujas no frenan y su paso es irremediable. 
Pero principalmente, porque nadie está sincronizado con mi reloj.

"¿Alguna vez te arrepentiste por el tiempo?" Me preguntó una amiga. 
Sí, cada vez que miro a los ojos de determinadas personas y entiendo que sus miradas no van a volver. Que el sentimiento que compartí con esas personas ayer, hoy mutó y mañana ya no será posible.
Odio el tiempo, pero más odio las consecuencias de mis malas decisiones en su letargo. 
Pero amo su mirada y tener la capacidad de recordarla; ilusionada, cálida y amigable.

Es así, vivo a destiempo.
Cuando yo estoy nervioso porque mis agujas se acercan a la línea que -falazmente- me puse como compromiso; el resto de las personas se echan hacia atrás, confiados porque su minuto recién empezó.
 
Es muy complicado para mi, expresar realmente el sentimiento que me genera no estar en sintonía con mi entorno. 
Corro cuando el resto camina y me siento a descansar cuando el resto decide que es tiempo de correr. 
Es como una suerte de ansiedad y culpa, por no estar atento. 
En algún momento supe palmearme la espalda y decirme a mi mismo que 'era un adelantado', pero solo estaba tapando el hecho, de que iba varios cuerpos atrasado.
Busqué consuelo creyendo que 'cada uno va a su tiempo' pero otra vez, sigo glorificando y odiándolo ¿Y qué pasa mientras tanto? El mismísimo tiempo. 
Lo mismo que gasto en estos párrafos -o gastamos, si es que cuento con la complicidad de tus ojos al leerme-. El recurso de despilfarrar. 
Es horrible saber que la acción más común o más fácil de realizar con un recurso tan poderoso, es gastarlo.

De chico siempre soñé con tener el super-poder de parar el tiempo. 
Pero no para hacerlo rendir más, para poder estar solo y hacer cosas sin que nadie lo note. 
Y claro, si hasta para mi soledad el tiempo juega en contra.

Me encantaría poder tocarle el culo a mis relojes, faltarle el respeto al tiempo y demostrarle que tengo la libertad de hacer lo que quiera, ignorando la fuerza de su paso. 
Doblegarle los segundos y lograr que por primera vez, me sobre.

O que al menos me alcance.