Es drama.

No sé en qué momento perdí el control de mi vida. No se si fue culpa mía o las vueltas karmáticas de la vida.
Lo cierto es que ese día, arrinconada en un hotel, luego de haberle quitado la vida a una familia entera -cuya historia algún día les contaré-. Fue cuando el destino me enseñó que es perfecto y no deja nada en deuda.

Estaba amotinada en el baño de la habitación, oyendo sirenas, pasos y hélices, cuando decidí que quería dejar mi legado en palabras.
Busqué con desesperación una lapicera, un lápiz, lo que sea. Pero mis segundos estaban contados y tuve que actuar rápido. Solo encontré una afeitadora, agujas de tejer y un rollo de cinta aisladora.

Así que sin miedo de caer en cliché, terminé escribiendo con mi propia esencia:

"La posverdad no siempre delata a la mentira. Muchas veces los contextos marcan determindas acciones a las que la moral se opone.

En ese caso la forma más inteligente de limpiarse el culo es falacear sobre lo improbable.
Si te acorralan mucho, disparas. Pero no a cualquiera, disparas a quien sepa esquivarlo. Es solo por hacer ruido, para que sepan que tenes pólvora y la sangre necesaria como para actuar.

Pero acá viene lo inteligente; nunca le dispares a un vulnerable, para cubrir tu vulnerabilidad.
Lo importante de disparar para impresionar es justamente que sea solo eso.
La consecuencia de una herida innecesria, pesa. Ya sea en la culpa, en la estrategia; o en el setting mental en el que estés. Pesa y eso es irrefutable.

"La bala que no llega a su destino, nunca fue disparada" o algo así, dijo una vez Churchill, o alguno de esos.

Y acá viene la puntada final de mi posverdad; si yo no creo que la bala vaya a llegar a su destino, no lo hace.
Y si lo hace, no lastima y si el receptor presenta daños; es drama.

Cada uno vive en su realidad y sé, juro que sé, que toda la pólvora que tiré, algún día va a llegar a mí.
Pero cuando llegue no me va a lastimar, no me va a matar la bala. 

Sino el drama que termine creando alrededor de ella."

No rogué el perdón de nadie al escribir esto. No necesité la caridad de ningún humano sentimentalmente disfuncional, yo conozco mis actos y mis contextos.
Yo entiendo hasta donde llegué y sé quien era.
Pero no les voy a mentir, me hubiera encantado poder terminar de escribir esos párrafos antes de que a mis espaldas arremetiera un pelotón entero de hombres armados.
Hombres que con la más pura y fría crueldad, creían que estaban haciendo justicia y terminaron haciendo lo mismo que yo.E irónicamente, esta vez fue mi sangre la que empañó lo que había por leer.