Amigarse con la realidad.

Eran las 13:50 de una tarde gris en Barcelona, esas que duran 5 semanas.
A esa hora yo había decidido que era una buena idea ir a tomarme un whisky a un bar perdido en el medio del gótico. 
Para las 14:00 yo ya estaba con el vaso sudando sobre la servilleta que cubría una barra con mas años y clientes que capas de barniz.

En este mismo lugar quizás ya estuvieron mas de 60 mil personas sentadas en distintas épocas de su vida. Algunos lloraron por sentirse solos, otros se rieron a carcajadas con sus amigos y alguno quizás solo se quedó en silencio con indiferencia en la mirada y una batalla en la cabeza.

De todas esas personas me vine a cruzar a Pepe, un veterano de unos 55 años que a simple vista parecía llevar una vida bohemia y desprendida de las trivialidades humanas que venían partiéndome al medio.

- ¿Un whisky a las 2 de la tarde? Hay que tener cojones o llevar una vida cojonuda. - Dijo haciéndose espacio a mi lado.

- Hay que estar descojonado - Le retruqué en el peor acento burlón que me salió. 

- Venga, que tampoco es para andar despreciando - Me dijo mientras se enrolaba un tabaco sin desprenderme la mirada. 

- Tá, tenés razón. Martín, un gusto. - Le respondí recobrando el cantito característico del español ríoplatense.

- ¿Uruguayo eh? Ustedes son de mejor genio ¿Qué está pasando? - Replicó, abrazándome de una contención inesperada. 

- No importa, no es nada. Necesidades sin cubrir. - Reboté su pregunta. Acto seguido tomé un trago de whisky para ahogar las palabras que deseaba soltar.

- Así no llegamos a nada eh. Que si quieres te dejo en paz, no hacen falta los modales. - Soltó mientras buscaba el encendedor en su campera de jean amarillenta y desgastada.

- No es eso, evito hacer amistades cuando ando con necesidades. - Dije, entregándole mi fuego que estaba convenientemente más a mano. 

- ¿Y eso por qué? - Preguntó mientras tomaba mi fuego. 

- Porque necesito amistades y cubrir intereses al mismo tiempo. No me gusta mezclarlos. - Respondí con desgano y resoplando.

- No me considero una persona inteligente, tan solo alguien que a raíz de sus experiencias ya no come mierda de nadie. Pero no es que nací sabiendo que mierda no hay que comerse, es que a raíz de tanta cagada engullida, ya aprendí -más o menos- que mierda vale la pena comer y que mierda no ¿Por qué mejor no me permites a mi discernir entre lo que quiero escuchar y lo que no? - Dijo y sonó convincente, no lo voy a negar. 


- Mirá. Por eso no me gusta mezclar amistad con intereses, prefiero toda la vida que si hay intereses de por medio, ya vengan incluidos en el primer contacto. Me ahorra tiempo y me permite visibilizar las relaciones que son estrictamente de intercambio y las que son de amistad. 

No quiero decir que las relaciones de amistad no puedan facilitarte cosas y demás, pero con un amigo tenés una predisposición distinta a compartir otros aspectos de la vida. Yo que sé, sentimientos, miedos, sueños; todo lo que englobe la amistad per se. 

Entonces, si yo vengo a llorarte el hombro porque necesito un refugio de la catarata que puede ser mi vida y al terminar me cobrás el lavado de la camiseta que llevas puesta, me va a molestar.

En cambio, si yo ya sé que llorarte tiene un costo; o elijo otro sitio para llorar o en su defecto vengo preparado para entender que es un servicio que estás prestando. - Dije, creyendo que lo que decía tenía una carga solemne digna del tono de una charla Ted, 

- ¿Pero qué tonterías dices? Eso no es amistad, es alquilar cariño y para eso ya tenemos otras cosas - Dijo mientras se reía con ese tono tonto y burlón que ponen las personas cuando las invade la vergüenza. Había entendido el chiste que quizo hacer, pero no me causó gracia.

- Puede que sea una gilada sí, no lo voy a negar. Pero también es la carga de los problemas, estoy pensando en otras cosas, estoy resolviendo otras ecuaciones. Capaz lo expliqué mal, o capaz el vapor de los problemas están empañándome el lente y concibo la realidad de forma distorsionada.
Sea lo que sea, ya es tarde ¿Un whisky? - Respondí invitándolo a ser mi amigo. 

- Ni whisky ni problemas ni leches. Aquí lo que falta es afrontar la responsabilidad de los problemas. Tu elegiste esto, no pierdas los ánimos porque las cosas no son tan sencillas como esperabas. Y si lo haces, al menos ten la decencia de cargar tu propia culpa. - Dijo mientras buscaba mis cigarros.

Cuando levanté la mirada ya no estaba allí.

- Disculpa ¿Viste a dónde fue la persona que estaba aquí? - Le pregunté al pibe de la barra.

- Llevas 15 minutos hablando solo - Me respondió sorprendido mientras su cara expresaba un sentimiento intermedio entre la lástima y el desconcierto.

- Vaya, me lo debo haber imaginao - Dijo Pepe.